Se acercaba ya el verano,
y a dos días del solsticio
la excursión tuvo su inicio
en un lugar muy serrano.
No fue, pues, una tragedia
empezar en el Paular
una excursión circular
a eso de las diez y media.
Sin prisas ni carrerillas
la excursión tuvo su inicio
en un lugar muy serrano.
No fue, pues, una tragedia
empezar en el Paular
una excursión circular
a eso de las diez y media.
Sin prisas ni carrerillas
atravesó la excursión
por el Puente del Perdón,
camino de las Presillas,
para seguir
por demás
el río Lozoya arriba,
por senda bien atractiva
cuatro kilómetros más,
entre
vacas y terneros
pinos, robles y nogales,
un montón de pastizales,
arroyos y atolladeros.
Ya en la
Presa del Pradillo
doce campanadas dieron
por lo que todos comieron
un pequeño bocadillo
en esta
misma estrechura
donde el Lozoya proclama,
que aguas arriba se llama
arroyo de la Angostura.
Desde
aquí muy empinado
siguiendo el campo a través
llegaríamos después
al punto más elevado,
y al
pasar un mirador
vimos de un vistazo breve
a lo lejos y sin nieve
Peñalara en su esplendor.
Mas nuestra
ruta topó
con los guardas forestales;
viéndonos tan coloquiales
uno nos interpeló:
«Son
ustedes un montón
y en los nidos hay rapaces,
de espantarlas son capaces
y hasta de exterminación».
Aconsejáronnos,
pues,
dar un «pequeño» rodeo,
evitar el cachondeo
y no ir por campo a través;
y nosotros
obedientes
y buenos senderomagos
por evitar los estragos
y daños inconvenientes
seguimos
por una pista
que entre la vuelta y la ida
la bajada y la subida
nos añadió una imprevista
distancia
complementaria:
cinco kilómetros más,
los más tediosos quizás
de una vuelta innecesaria.
—¿Cómo se
va a las cascadas?
—Desde abajo domingueros
desde arriba montañeros;
dos cosas diferenciadas.
Si
elegir opción nos toca,
elegimos la segunda,
recorriendo esta profunda
herida o brecha en la roca.
El lugar
es bien notorio,
además de ser eterno,
pues entre cielo e infierno
centrado está el purgatorio,
donde
los senderomagos
purgamos nuestros pecados
por haber sido arrastrados
a caminos tan aciagos,
aunque
este lugar de averno
después de mucho pensarlo,
convendría en no llamarlo
purgatorio, sino infierno,
que
entre esto y la Pedriza
no hay color, esto es más duro
que esta roca —os aseguro—,
que el granito es más maciza.
Y en un paraje
aledaño
de las cascadas de arriba
pensando Paco ya iba
en pegarse el primer baño;
por eso
llegó el primero,
él y también Carolina
que tal que una piscina
se metieron por entero.
Los
demás aprovechamos
para tomar el almuerzo
ya que después del esfuerzo
un descanso nos ganamos.
Seguimos
el recorrido
que por estos roquedales
nos ofreció excepcionales
vistas, muy entretenido:
agua y
rocas alternadas,
nidos de buitre leonado,
un terreno atormentado
de piedras muy afiladas,
acabando
con certeza
¿Dentro del agua otra vez?
¡Si Paco parece un pez!,
en la charca de cabeza.
El cielo
se puso oscuro
y amenazaba tormenta;
Antonio cayó en la cuenta
de recitar un conjuro,
porque él
ya sabe —calculo—,
que el relámpago y el trueno
no es fenómeno muy bueno
cuando te cae junto al culo.
Y como
una exhalación
camino de las Presillas,
y con unas cervecillas,
terminamos la excursión.
Como
cronista oficial
recontaré las sicarias
sin opiniones sectarias
y un veredicto imparcial:
Por la
gran aprobación
que se dio al emplazamiento
un punto de suplemento,
y otro por la dirección;
dos
puntos discrecionales
por la meteorología,
mas medio le restaría
por lo de los forestales.
¿No hay
soluciones contrarias?,
pues sumamos y restamos
y al final totalizamos:
Tres coma cinco
sicarias.Paco Cantos 20/6/2019
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