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Quinientos días juntos

  Se me antoja que fue ayer
cuando el GMSMA empezó,
pero una suma arrojó
que el grupo tiene en su haber
  ya quinientas excursiones;
cuatro mil trescientos días
no son fanfarronerías,
¡doy mis felicitaciones!
  Mas pensando que no hay quien
todas pudiera contar,
bien se podría intentar
contarlas de cien en cien:

  La cien tuvo la prudencia
de explorar el río Aulencia,
fue una animada excursión
sin dolores ni agujetas,
y se hicieron camisetas
como conmemoración.

  La doscientos, sin encantos,
se realizó entre dos santos:
San Pedro a San Agustín;
recorrido interminable,
y un calor inenarrable,
aunque terminó en festín.

  La trescientos fue rareza,
una difícil proeza;
una excursión mochilera
de ocho valientes cofrades,
allá por las Merindades:
subir el Castro Valnera.

  La cuatrocientos, festiva,
desde el Pontón de la Oliva
a Cueva del Reguerillo,
que no nos dejó perplejos
como los Enebralejos,
porque entrar no era sencillo.

  Por fin llegó la quinientos
que entre buenos sentimientos
y rodeados de pinos,
la preceptiva excursión,
la comida y el fiestón
se celebró en Peguerinos.

  Hubo, además, muchas otras excursiones
de las cuales solo algunas citaré
tantas hazañas y tantas emociones
son un recuerdo que nunca olvidaré:

  Nos causó bastante pena
esa historia del Pino de la Cadena.

  Sin duda lo más  morboso
fue visitar el Azud del Tenebroso.

  No se oyeron muchas quejas
al subir el Callejón de las Abejas.

  Por poco, de aquel recinto
nos quedamos sin salir, del Laberinto.

  Algo muy impresionante,
fue cruzar el Cuchillar del Asomante.

  Habría sido una imprudencia
torear en el redondel de Canencia.

  Singular y bien notorio,
descender las Cascadas del Purgatorio.

  Estuvimos muy atentos
al ver la Piedra Escrita de Cenicientos.

  La escalera chapucera
que permite el paso de la Cagalera.

  Repetiría la proeza
de visitar la fábrica de cerveza.

  Del Diablo tan listillo
vi su puente, carro, ventana y colmillo.

  Aquella lluvia mezquina
que nos cayó en las hoces de Pelegrina.

  El rayo que causó estrago
y susto del Picazuelo de Buitrago.

  Roca bastante curiosa
la del Dinosaurio de la Maliciosa.

  No tenía cognición
de que el tal Pacheco tuviera un Cojón.

  ¡Cuidado!, te descalabras
al escalar por la Ruta de las Cabras.

  Con tres mil euros te apañas
si a los Baños de Venus vas y te bañas.

  Un lugar espiritual,
Jarama y Monasterio de Bonaval.

  Ni bares ni botellón,
que es para andar la Ruta del Boquerón.

  Toda de nieve cubierta,
la silueta yerta de la Mujer Muerta.

  Cárcavas de Burujón,
que me gustaron más que las del Pontón.

  Nocturnas con luna llena,
con más invitados que en una verbena.

  A la Maliciosa Baja
en frío, ninguna excursión aventaja.

  Las chorreras del Hornillo,
los Litueros, San Mamés, ¡vaya fresquillo!

  Al Valle de los Caídos
nos colamos, pero fuimos sorprendidos.

  Que alguien me lo recuerde:
¡No parar en el Puerto de la Cruz verde!

  La aventura temerosa
de explorar el búnker de la Marañosa.

  Les pareció el más allá
pasearse por los cerros de Alcalá.

  Llegar al Balcón Prohibido,
la mayor transgresión que hemos cometido.

  Remar nos gustó un montón
en Buitrago, Picadas y el Duratón.

    Y hasta aquí resumiría
unas cuantas excursiones,
que aunque las hay a montones,
contar todas, no podría.

  ¿Cómo expresar la quinientos
hablando con precisión?
quingentésima excursión,
y así todos tan contentos,
  pero más nos gustaría
con aire bien juvenil
llegar a cumplir las mil:
la milésima sería.

Paco Cantos  4/12/2019

2 comentarios:

  1. Gracias Paco.

    Los Senderistas sabemos
    Con toda seguridad
    Que en el GMSMA tenemos
    Dos artistas de verdad.

    Toma yá

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  2. ¡Poeta!
    Igual nos haces unos coplillas
    que nos subes a La Pedriza

    ResponderEliminar