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Annus horribilis

     Nadie en aquellos momentos
barruntó nuestros destinos
celebrando en Peguerinos
la nuestra excursión quinientos.
Brindábamos felizmente
para tener un buen año
sin saber acaso el daño
que amenazaba inminente.

     Dos mil veinte y comenzamos
las primeras excursiones:
la Cabrera y sus rincones
Navaverrada por tramos,
Bola del Mundo con nieve,
Pedriza sin empedrar,
la Sierra del Quintanar
y, lejos ya el diecinueve,
fuimos a Cueva Valiente
mientras todos comentaban
como los días pasaban
con un virus subyacente.

     —Dice la tele que en China
los hospitales se llenan.
—Es que los chinos se cenan
cualquier cosa que camina.

     Con los colegios cerrados,
poblaciones confinadas,
mascarillas agotadas
y hospitales colapsados,
el GMSMA, ¡cómo no!
canceló sus excursiones,
y hasta nuevas ocasiones
todo el mundo se quedó
sin trotar piedra ni monte.
Tres meses se hicieron largos;
con encierros muy amargos
y semejante horizonte
solo quedaba esperar
que bajara la infección
de este virus tan matón
para volver a trotar,
pues si en otras profesiones
se impulsó el teletrabajo
no pudo el Grupo —¡carajo!—
realizar tele-excursiones.

     Sin abrazos efusivos,
sin darse choques de mano,
—que, aunque parezca inhumano,
son motivos preventivos—,
poco a poco y con cautela,
mascarilla y sin toser,
y a la hora de comer
cada uno en su parcela,
volvieron las excursiones:
La que fuera un desengaño,
Cabaña del Ermitaño
destruida, ¡qué bribones!
Los tejos del Barondillo
con una nueva emoción,
ser filmados por un drón
comiéndose el bocadillo.
San Pedro con luz de día,
San Pedro con luna llena,
no compartiendo la cena
ni ninguna chuchería.

     Vino la segunda ola,
nos pilló ¡¿desprevenidos?!
estábamos sorprendidos
y esto, pues, ¿quién lo controla?
Dicen que no hay dos sin tres
y se acerca la tercera;
pues igual que en la primera
yo no salgo, ¡ya lo ves!,
en casita confinado
y esperando la vacuna,
solución, sin duda alguna,
a este virus tan malvado.

     Año desafortunado,
año horrendo y espantoso,
amargo e ignominioso,
que solo nos ha dejado
disgustos a tutiplén
que no deseo a ninguno.

¡Bienvenido veintiuno!
dos mil veinte, ¡que te den!

Paco Cantos  1/1/2021