Buscar este blog

Quintillas de la luna llena

    Como todos los veranos,
—y esto ya es una costumbre—,
hemos subido a una cumbre
para contemplar, ufanos,
desde estos montes serranos,
algo que es, sin duda alguna,
conjunción muy oportuna:
irse el sol por el oeste
y enfrentada, por el este,
la salida de la luna.

    Nos juntamos en el puerto
de Navacerrada, ¡cierto!
Mágica noche soñada,
mucha gente congregada
y el parking nada desierto.
Comenzamos la excursión
con mucha disposición,
y así, sin muchos engorros,
fuimos hasta Los Cogorros
emprendiendo la ascensión
por una pista de esquí,
y al llegar a la pradera
de la Piedra Ventolera
la cuesta no es baladí,
pues comienza una pedrera
que a Siete Picos nos lleva,
al pico de Somontano
que es el pico más cercano
y el que más alto se eleva,

    Al llegar al altozano
el sol casi se ocultaba.
—¡Foto de grupo! —anunciaron,
pues la luz ya se escapaba.
Veintiocho se contaron
y alguno ya preguntaba:
—¿Ya es la hora de cenar?,
que tengo un ansia lobuna.
—Pues no vamos a esperar,
porque para despuntar,
le falta un rato a la luna.

    Cenamos, tranquilamente
mientras la luz decaía;
postre y café, finalmente,
y alguno estaba impaciente,
pues la luna no salía.
Por fin asomó, graciosa,
salió por La Maliciosa;
la Superluna de agosto
iluminó nuestro rostro
en actitud silenciosa,
mientras, en la noche oscura,
muchos fervientes devotos
veneraban la figura
de su circular blancura
haciendo cientos de fotos.
La claridad de la luna
impidió ver las estrellas
fugaces, que son tan bellas,
pero no vimos ni una
de las perseidas aquellas.
—¿Por qué no nos vamos ya?
—se oyó repentinamente.
—¡No me seas impaciente!,
un poquito más, quizá,
diez minutos solamente.

    Si la subida fue mal
con la luz habitual,
entre pinos y sin luz,
la bajada fue fatal.
¡Válgame Señor, qué cruz!,
una fila muy extraña
de luces serpenteantes
bajando de la montaña
como La Santa Compaña,
luces muy desconcertantes.
Y en llegando a La Pradera
no cogimos la ladera,
nos tiramos por las pistas
de esquí. ¡Vaya deportistas,
así desciende cualquiera!
Mas, faltaba una sorpresa:
la pista estaba cerrada
por una valla muy gruesa
que solo de una sentada
saltamos, como si nada.

    Y esta es mi valoración
de esta pequeña excursión
de bajadas temerarias,
por esa misma razón
solo le doy tres sicarias.

Paco Cantos  12/08/2022

Los Ojos del Río Moros

    Por la calzada romana
vetusta y llena de cantos
íbamos los veintitantos,
camino de la Fuenfría,
todo el tiempo cuesta arriba
por los caminos de grava
mientras alguno exclamaba:
¡Vaya cuesta, madre mía! 

    El miércoles precedente,
desde el Pasapán al Oso
hizo un calor bochornoso.
¡Hay que ver, quién lo diría!
Qué cambio tan repentino,
hoy, que vengo de verano,
hace un aire siberiano
al llegar a la Fuenfría. 

    ¿Quién se ha dejado en Segovia 
alguna ventana abierta?,
pues hasta la Mujer Muerta
hoy tiene un aire glaciar.
¡Vaya frío que hace en mayo!
si llego a saberlo antes
habría traído guantes,
y un denso forro polar. 

    Subimos hasta el Minguete
¿Y qué hay del Montón de Trigo?
Mejor no contéis conmigo,
subiré en otra ocasión,
pero hasta la Tirobarra,
cerca de la Pinareja,
si la ventolera deja
no es mala proposición. 

    Otra vez aire del norte
bajemos, pues, hacia el valle
y os explicaré un detalle
que os extrañará un montón:
En un lugar aquí cerca
sale el agua de la tierra,
agua pura de la sierra
que brota de sopetón. 

    Son los Ojos del Río Moros,
donde nace, de repente,
como si fuera una fuente
este río montañés,
lugar de merienda y siesta
del cansado caminante,
un momento relajante
para proseguir después. 

    Otro punto de la ruta
nos lleva a la Marichiva
por una senda atractiva
de perfil horizontal
que, sin muchos sufrimientos,
por un pinar sorprendente,
nos lleva directamente
al límite provincial. 

    Ya era todo cuesta abajo.
Por un camino empinado,
sin atajar demasiado,
que como dice el refrán:
«No hay atajo sin trabajo»
Al final hay una puerta,
¿está cerrada o abierta?,
que lleva a Majavilán .

    Y en Casa Cirilo, todos,
apurando las cervezas
nos contamos las proezas
de la pasada excursión, 
que, aunque lejos de Cazorla,
y en entorno muy opuesto,
acabamos, por supuesto,
con total satisfacción.

   Paco Cantos  25/5/2022

¡Vaya año!

    Terminé el año pasado
con el deseo oportuno
que en el año veintiuno
todo hubiera mejorado,
pero al hacer el recuento
del año que ya ha vencido
hay cosas que han sucedido
que no me dejan contento.
    Un nuevo virus mutado
¡vamos por la sexta ola!,
no hay plaga que venga sola
y los males no han cesado,
erupciones del volcán,
la borrasca Filomena...
todo ha sido una condena
que nos ha jodido el plan.
Menos mal que en ocasiones
entre tanta adversidad
está la felicidad
que dan nuestras excursiones:
    Hemos trotado por montes,
el de Boadilla y de El Pardo,
grato recuerdo que guardo
de aquellos dos horizontes.
    Hemos saltado las vallas
para andar por las dehesas
y nos llevamos sorpresas
al ver varias atalayas.
    Hemos bajado al subsuelo
¡curiosidad nos empuja!
a la Cueva de la Bruja
y a la mina del Consuelo.
    Hemos pisado la nieve
y en Peñalara la cosa
se puso tan engorrosa
que la jornada fue breve.
    Hemos visto Cuerda Larga
en invierno y en verano,
con un calor africano
o con un frio que aletarga
    Hemos pisado Segovia
tantísimas veces más,
que estoy pensando, quizás,
si buscarme allí una novia.
    Hemos subido montañas,
pasado desfiladeros,
traspasado vertederos
y las cosas más extrañas.
    Hemos seguido canales
en el sitio de Aranjuez,
qué maravilla, ¡pardiez!
son sus jardines reales.
    Hemos visto en Alcalá
de noche, la luna llena,
algo más de una docena
de lunas que vimos ya.
    Hemos pasado zozobras
descendiendo unas buitreras
por peligrosas pedreras
y arriesgadas maniobras.
   Hemos gozado del viento
la lluvia y hasta el granizo,
del bocata de chorizo
disfrutando del momento.
    Adiós digo al veintiuno
año lleno de pesares
y catástrofes por pares
que no deseo a ninguno,
y una cosa solicito
para el dos mil veintidos:
¡Esperemos, quiera Dios,
que no venga un meteorito!

   Paco Cantos  1/1/2022