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Ruta de las Cabras

  En el pueblo del Boalo,
a fines del mes de mayo,
con un calor del carallo,
nos reunimos con euforia.
La ermita de San Isidro
fue el lugar de nuestro encuentro,
por tanto, fue el epicentro
donde comenzó la historia:

  Por la Ruta de las Cabras
se inició la acometida;
una escabrosa subida
de piedra y mucha pendiente,
que, en el trecho de una milla,
por la vertiente sureña,
subes del coche a la peña
de una forma sorprendente.
  Pero ¿cómo —me pregunto—
los perros escalarían?
¿cómo se las compondrían
sin un curso de escalada?
Para evitar el problema
los canes acompañados,
por senda sin escarpados,
subieron por la vaguada.
  Llegó lo más esperado:
el paso de las clavijas,
barras en la roca, fijas,
que nos ayudan bastante
a superar la escalada
de paredes verticales,
como escalones normales,
sin sensación angustiante.
  El Ángelus nos pilló;
allí mismo nos paramos
y el tentempié degustamos
rápido y sin distracciones,
y con firme pretensión
de hallar al grupo canino
nos llegamos al vecino
Collado de Valdehalcones
  Unos minutos después,
en ese collado hallamos
a los perros con sus amos,
y apenas nada más verlo
una cruz nos sorprendió;
Joaquín contó la leyenda
brutal, perversa y tremenda
de un pastor llamado Mierlo.
  E hicimos las despedidas;
los fugaces hacia abajo,
a los coches por atajo,
bajaron sin sofocones,
y los demás que quedamos
¿teníamos alternativa?,
pues a seguir cuesta arriba
la Cuerda de los Porrones.

  En esa cuerda los nombres
aprenderse es un engorro
Porrón, Porras, todo «porro»,
que alguno se fumaría,
y uno que es bien diferente:
Cancho Mágico, que viene
del nombre que el grupo tiene,
Grupo Mágico —decía—.
  Llegados, pues, a este cancho
que al GMSMA pertenece,
la placa que se envejece
Julián nos la retocó,
mientras mil fotos tomamos
de todas las perspectivas
con poses muy atractivas
como si fuera un plató.
  Ya solo quedaba ¿solo?
bajar al aparcamiento,
que sería un sufrimiento,
de la manera siguiente:
bajadas, piedras, bajadas
cuádriceps agarrotados
en fin, todos agotados
y una pista finalmente.

  Y como en la aldea de Asterix,
al terminar la aventura
los guerreros con bravura
se reúnen con su gente,
aunque no fuéramos galos
nos tomamos las cervezas
y cantamos las grandezas
pasadas recientemente.

Paco Cantos  31/5/2019

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